
El Chemsex en México
Tal vez ya estuviste en una de esas fiestas. Tal vez lo has probado. Tal vez solo tienes curiosidad. O viste a alguien caer en algo que parecía divertido, pero se volvió peligroso. Y nadie explica nada sin juzgar.
Este texto no viene a decirte qué hacer. No está aquí para aplaudir ni para regañar. Está para explicarte qué es el chemsex, por qué sucede, qué implicaciones tiene, y cómo saber si ya se está saliendo de control. Con claridad. Sin prejuicios. Porque cuando entiendes, puedes decidir mejor.
¿Qué es el Chemsex?
La palabra “chemsex” viene de chemical (químico) + sex (sexo). Se refiere a encuentros sexuales a veces entre dos personas, pero muchas veces en grupo que duran horas o días, y donde se usan drogas para intensificar el placer, el deseo y la conexión.
No es solo “una fiesta con drogas”. El chemsex tiene códigos no escritos: sexo desinhibido, límites diluidos, uso de sustancias específicas. Y no pasa solo en antros. Muchas veces es en casas, hoteles o departamentos rentados. En lo privado. A través de apps. En cualquier ciudad.
¿Qué sustancias se usan y por qué?
- Metanfetamina (cristal): Aumenta el deseo sexual, quita el sueño y genera hiperactividad. El sexo puede durar horas, pero también se corre el riesgo de paranoia, agresividad o episodios psicóticos.
- GHB/GBL (conocida como “G”): Provoca euforia, desinhibición y relajación. Pero la línea entre una dosis funcional y una sobredosis es muy delgada. Puede causar vómitos, desmayos, amnesia… incluso la muerte.
- Mefedrona: Un estimulante fuerte, similar al MDMA pero más agresivo. Da un subidón intenso pero puede dejar ansiedad y paranoia.
- Poppers (nitritos): Se inhalan. Relajan los músculos y provocan una breve sensación de euforia. Se usan para facilitar la penetración.
Estas sustancias suelen mezclarse sin control médico, sin saber dosis ni efectos cruzados. Y si se combinan con cansancio, falta de sueño, alcohol o medicamentos… el cuerpo colapsa.
¿Por qué se ha vuelto tan común?
Porque no es solo sexo. No es solo fiesta. Es también:
- Una vía de escape: del estrés, de la ansiedad, de la rutina.
- Una búsqueda de pertenencia: Sentirse parte de algo, no estar solo.
- Una forma de conexión: A veces, el único momento en que alguien se siente deseado o visto.
- Una evasión del dolor: Trauma, VIH, homofobia, bullying… todo eso pesa.
- Una obsesión con lo extremo: Lo cotidiano ya no alcanza. Lo intenso se vuelve adictivo.
El chemsex no es solo una decisión impulsiva. Muchas veces es la punta del iceberg de lo que no se habla.
Riesgos reales: físicos y mentales
Físicos:
- Deshidratación severa
- Riesgo alto de sobredosis, especialmente por GHB
- Transmisión de ITS, incluso con PrEP
- Daños en hígado, riñones y corazón
- Lesiones internas por sexo prolongado
- Adicción física y psicológica
Mentales:
- Paranoia
- Alucinaciones
- Ansiedad crónica
- Depresión post-uso
- Despersonalización
- Psicosis
Y no necesitas años para que aparezcan. A veces basta con unas cuantas sesiones.
Señales de alerta
- ¿Necesitas chems para disfrutar del sexo?
- ¿No recuerdas bien lo que pasó?
- ¿Has perdido días completos?
- ¿Piensas mucho en cuándo será la próxima vez?
- ¿Te da ansiedad o culpa después?
- ¿Ya no lo haces por placer, sino por presión o por inercia?
- ¿Te has sentido inseguro o expuesto?
Si contestaste que sí a más de dos, es momento de hacer una pausa y mirarte con honestidad.
¿Se puede sentir libertad sin destruirse?
Sí. No todo es blanco o negro.
Si estás en ese mundo o estás explorándolo, hay formas de reducir riesgos:
- Nunca lo hagas solo.
- Conoce bien las dosis.
- Aliméntate e hidrátate.
- Habla con alguien que no te juzgue.
¿Y si quiero parar?
Claro que se puede. Pero no siempre es fácil.Muchos sienten culpa, vergüenza o miedo de quedar fuera del círculo. Pero hay redes. Hay apoyo. Hay personas y organizaciones que entienden.
Primer paso: habla. Con alguien de confianza, con un terapeuta, contigo mismo.
Segundo paso: infórmate. Entender lo que pasa ya es empezar a salir.
Tercer paso: acércate. Hay líneas de ayuda, clínicas y colectivos que pueden acompañarte. Sin juicios.
Esto no es un sermón,
es una conversación real.
El chemsex no es “lo peor que puedes hacer”. Tampoco es solo “una etapa divertida”. Es una práctica que está creciendo, en silencio, en cuartos cerrados, en apps, en mensajes cifrados. Y este texto no pretende darte órdenes. Solo poner sobre la mesa lo que es. Para que decidas sabiendo. Con los ojos abiertos. Si ya estás ahí, no estás solo. Si estás pensando entrar, ahora sabes lo que hay. Y si quieres salir, hay caminos.
“No estás roto. Estás en busca de sentido.”
Gracias por leer.
Para Zona Cero CDMX – A.N.
Entrada escrita por Zona Cero CDMX | Publicada con fines informativos y de cuidado colectivo.
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