
Cristina "La Veneno": Visibilidad trans y justicia en la pantalla
Cuando Cristina Ortiz Rodríguez, mejor conocida como La Veneno, apareció por primera vez en la televisión española en los 90, nadie —ni ella misma— imaginó que se convertiría en un ícono eterno de la disidencia sexual. Mucho menos que, décadas después, su historia seguiría conmoviendo a miles de personas trans, queer y aliadas en todo el mundo.
La Veneno no fue activista de pancarta, no escribió manifiestos, no estudió teoría de género. Fue una mujer trans valiente, brillante y jodidamente auténtica que, desde los márgenes, se hizo visible en un sistema que la explotó, se burló de ella, la sexualizó y la abandonó. Y aun así, ella lo convirtió todo en espectáculo. Porque La Veneno no pedía permiso: entraba como un huracán.
“¡Paca la Piraña, mira cómo estoy!”: de la calle a la tele
La Veneno nació en Adra, un pueblo de Almería, en 1964. Creció entre violencia, represión y pobreza, como tantas personas trans en contextos rurales. Se fue de casa, empezó a trabajar en el Parque del Oeste como trabajadora sexual y fue ahí donde la televisión la encontró.
Su desparpajo, su belleza, su acento andaluz, su humor descarado y su autenticidad sin filtro hicieron que se volviera una sensación mediática en España. Pero esa visibilidad tenía un precio. La Veneno era adorada en la pantalla, pero usada como caricatura. Como objeto de morbo. Como freak.
Una historia que aún arde
La Veneno murió en 2016, en circunstancias todavía no del todo claras. Murió sola, después de años de olvido, cárcel, abuso institucional y transfobia. Pero su historia no se acabó ahí.
Hoy, su nombre es grito de guerra. Su voz resuena en plazas, en redes, en manifestaciones trans. Su vida nos recuerda que la visibilidad sin derechos no es suficiente. Que la fama sin dignidad es trampa. Y que las mujeres trans no son espectáculo: son historia.
VENENO, la serie que le hizo justicia
Durante años, su historia fue contada por otros. Ridiculizada. Minimizada. Olvidada. Hasta que llegaron Los Javis y pusieron sobre la mesa una serie que cambió la narrativa: VENENO (2020).
Basada en las memorias escritas por Valeria Vegas, la serie le dio voz a Cristina como nunca antes. No solo contaba su vida: la dignificaba. Y al hacerlo, mostraba que la historia de La Veneno era también la historia de muchas mujeres trans: deseadas, temidas, odiadas, olvidadas… y al fin, escuchadas.

¿Por qué fue tan importante?
- Actrices trans haciendo de mujeres trans: las tres etapas de Cristina fueron interpretadas por mujeres trans: Jedet, Daniela Santiago y Lola Rodríguez.
- Representación con dignidad: la serie mostró su vida con humanidad, sin morbo ni caricatura. Cristina fue tratada como una mujer real, no un chiste.
- Hizo llorar a una generación entera: muchas personas queer sintieron que, por fin, alguien contaba una historia parecida a la suya.
¿Qué tiene que ver La Veneno con México?
Como tantas mujeres trans en México, Cristina vivió transfobia, pobreza, marginalización médica, violencia institucional y sexualización constante. Aquí también hay venenos que sobreviven en la periferia, con brillo, con rabia, con historia.
¿Por qué importa en Latinoamérica?
Porque muchas de las violencias que vivió La Veneno siguen ocurriendo a diario en México, Colombia, Perú, Brasil, Argentina…
Porque VENENO abrió una puerta: la de hablar desde lo trans, no solo sobre lo trans. Cristina Ortiz Rodríguez es una figura absolutamente icónica en el imaginario trans y queer a nivel internacional. Su historia combina visibilidad mediática, marginalidad, escándalo, belleza, dolor, resistencia y un legado que se volvió aún más poderoso tras su muerte.
“La Veneno", abanderó a los transexuales.
Consciente de que fue uno de los grandes nombres del panorama rosa de España durante años, en un plató de Antena 3 sentenció muy seria: "Yo salgo a la calle, doy un taconazo y me llueven los millones”.
Hoy, cuando gritamos orgullo, también gritamos memoria. Y cuando decimos visibilidad, exigimos justicia. Cristina, gracias por abrir la boca, por encender la pantalla, por dejarnos tu veneno: ese que no mata, pero sí despierta.
Entrada escrita por Zona Cero CDMX | Publicada con fines informativos y de cuidado colectivo.
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